Crónica de Luis Remacha sobre el concierto de Pedro Pastor en La Fídula

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— Rehabilitando conciencias —

Creo que hoy me enfrento a una de las crónicas más difíciles y complicadas de las que he escrito en estos últimos meses. Podéis imaginar que si me gustan los retos estoy ansioso de empezar a contaos todo lo viví en La Fídula Espectáculos ayer por la noche (5 de junio de 2017).

Hacía semanas que esperaba el concierto de Pedro Pastor Guerra, sé que no tengo perdón pero nunca le había escuchado en directo. Nunca. Solamente en video. Me habían hablado tan bien de él que tenía muchas ganas de verle. En este punto, como tantas veces, tengo que dar las gracias a Daniela, mi cultura musical tiene muchas lagunas pero sin ella las lagunas serían un océano (gracias) .
Sabéis que yo en muchas ocasiones voy solo, como me muevo por los mismos lugares sé que encontraré caras conocidas, pero en esta ocasión os tengo que asegurar que si no hubiera estado allí Juan Carlos la primera impresión hubiera sido diferente.

Os cuento. Llegas y te encuentras que estás en un concierto donde la mayor parte de la gente es joven, (y no estoy diciendo más joven que yo, eso casi siempre, estoy diciendo que era gente muy joven), y en su mayoría chicas, creo que el noventa por ciento de las personas que fuimos al concierto eran chicas. Por eso en está crónica voy a hacer algo que ayer hizo Pedro, (imagino que lo hace otras veces pero eso lo sabré con el tiempo), y es hacer la crónica hablando en femenino, las mujeres que me conocen saben que yo también suelo hacerlo cuando el grupo en el que estoy es mayoritariamente femenino. La crónica de una noche en la que Pedro nos fue removiéndonos por dentro creo que se merece este pequeño gesto por mi parte.

Con este ambiente que os cuento y con la imagen de Pedro: un chico moreno, alto, guapo y transgresor en su vestimenta, pudiéramos pensar que estábamos ante el perfil del cantautor del amor y del desamor y os digo que si no llega a ser porque sé que donde está Juan Carlos hay un espectáculo que no defrauda hubiera pensado que me había equivocado al elegir este concierto. Pero la noche iba a ser una sorpresa muy especial.

La verdad es que debería hablaros de su voz, de su simpatía, dec su saber estar en el escenario, de su sonrisa, de sus bromas, de su forma de transgredir y volver a la normalidad como si no hubiera pasado nada. De su forma de interactuar.

Os debería hablar de sus colaboradores, de Guillermo Alegre, de Alvaro Navarro, de Paradoxus Luporum o de mi querido Manu Clavijo que nos hizo pasar uno de los momentos más especiales de la noche. Debería hablar del público entregado, de la mirada de Pablo al ver cantado a Paradoxus, de su padre o de su tío. Debería hablar del post-concierto, del maravilloso reencuentro con Damay, de Andrés Sudón, de Marta Plumilla o Dani Fernán, de La Fidula y de Casa. Anoche hubo muchas cosas para poder hacer una crónica de las de siempre.
Quizá es lo que debería hacer pero hoy voy la crónica será desde sus letras, desde su impacto en los corazones, de su forma de despertar las conciencias. Perdonadme por no hacer la crónica de siempre, pero esta crónica debe ser una crónica hablando de rehabilitar las conciencias.

Pedro comenzó acercándose al escenario desde el final de la sala, a capela, su voz solamente acompañada por los sonidos que sus manos hacían contra su pecho. Llegó al escenario con su sonrisa perenne que no se quitaría en toda la noche y antes de subirse se descalzó. En ese momento descalzarse puede parecer solamente una pose, pero según va desarrollándose el concierto te vas dando cuenta que es otra cosa. Yo lo viví como un acto de respeto, de contacto con el suelo, con la tierra, con la gente, había que vivirlo como el principio del desnudo que de su corazón iba a hacer para todas nosotras.

Nos contó que no llevaba un orden establecido de canciones y eso hace aún más especial como Pedro fue manejando los tiempos, como nos fue enseñando diferentes caminos, alternando canciones suaves de las que se escuchan en cualquier momento con canciones de las que en mis tiempos hubiéramos llamado “protesta”. No es que me recordará a la movida, la noche fue mágica en ella misma.
Sus letras de cantautor comprometido, con los pies en el suelo, con la cabeza bien amueblada, con una juventud que desborda sabiduría. Demostrando como la gente joven lucha y se cuestionan lo que pasa, que están en movimiento constante, con ganas para cambiar las cosas y con tiempo por delante para hacerlo.

Imaginaros la sensación tan agradable de ver a un chico del mundo digital capaz de hablar de recuperar el folclore, capaz de introducir acordes de folclores populares en sus canciones, capaz de hablar de jotas o pasodobles al mismo tiempo que habla de rap, un verdadero mestizaje y si a eso le sumas las letras comprometidas, actuales, directas, de frente, además todo esto delante de personas jóvenes. Os puedo decir que la sensación es maravillosa.

A Pedro se le nota que primero quiere llegar a lo humano, a lo personal, al contacto, físico, al beso, a las manos entrelazadas, aunque en sus conciertos se tenga que conformar solamente con las miradas. Esas miradas que nos va repartiendo a todas, directamente a los ojos, sonriendo, mientras con sus letras nos despiertan. Si el alma existe os aseguro que ayer Pedro la dejó volando en La Fídula para compartirla con las nuestras.

En ocasiones, Pedro usa su vena rapera, que le da la capacidad de contar muchas más cosas en menos tiempo. Tiene mucho que decir y cuando no puede meterlo en una canción convencional toma el rap como instrumento y cuenta y nos abre los ojos, desnuda la verdad y se revela. Nos habla de la realidad, de lo que pasa en al calle, en la vida cotidiana, de la más pura realidad, y con esa sonrisa perpetua nos intenta mover de la comodidad, nos remueve por dentro, nos hace pensar, nos lleva al límite y nos vuelve a traer, saca los sentimientos a flor de piel, nos hace mirar con calma nuestros propios vacíos. Lo hace con delicadeza, a fuego lento, que es como en los guisos se saca lo mejor de cada ingrediente.

En ese tira y afloja te va llevando al terreno que quiere. Al terreno donde se piensa y se cuestiona el mundo en el que vivimos. Y os aseguro que lo consigue.

Si tenéis un instante, ahora si ahora mismo, escuchad “Amar”, creo que podréis entender lo que en esta crónica os digo. Pedro dice lo que no nos atrevemos a pensar. Seguro que él tiene los mismos miedos que todos nosotros o más porque los busca para sacarlos fuera, para sacarlos a la luz, para superarlos o por lo menos intentarlo.

Pedro, gracias!!!
Ha sido un verdadero placer encontrarte!!

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